domingo, 21 de octubre de 2012

Capítulo 5- A punto de naufragar

Mi esperanza de que otro sitio no estuviera lleno de cadáveres no sirvió para nada. Las mujeres que quedaban habían recogido los cuerpos para darles sepultura. Me fijé un poco y vi que todas las chicas que quedábamos éramos adolescentes, de entre catorce y veinte años. Luego miré los cadáveres y entendí. Eran todo mujeres de mediana edad, ancianos y algunos hombres. Luara y Lía se pusieron a mi lado, impresionadas y yo... Yo seguía llorando. De repente, me acordé:
-Lía... ¿Dónde está Turios?
Una lágrima que parecía estar conteniendo desde hacía mucho rato resbaló por su mejilla.
-Oh, Lía...-dije yo abrazándole a la vez que Luara. Las lágrimas recorrían mis mejillas también. Luara parecía no saber muy bien que hacer para consolarnos. Yo puse una sonrisa triste al ver como nos abrazaba.
Mi corazón estaba triste, pero mi mente pedía venganza. Mi corazón pedía acurrucarse en mi cama a llorar, mi mente sabía que eso era imposible. Mi corazón y  mi mente estaban de acuerdo en una sola cosa: había que ir a salvar a Atsar. Luara, Lía y yo nos escabullimos como pudimos, sin que nadie nos viese para ir a por Turios y Atsar. Nadie nos vio, o al menos nadie nos siguió. Íbamos de camino al prado cuando alguien nos salió en medio del camino.
-¿Ladum?- dije yo, sorprendida y limpiándome las lágrimas antes de que me viese llorando.
-¿Princesa?- dijo Ladum consiguiendo que pusiese los ojos en blanco.
-¿Qué haces aquí?
-Conseguí que no me atraparan y perseguí a Frolmo. Se por donde han ido...- dijo Ladum poniendose rojo. Ese chico me desesperaba, en serio.
-Ladum, tienes que llevarnos- dije yo hablando lentamente y todo lo tranquila que pude.
-Pero pricesa, eso podría ser peligroso...
-¡SERÁ PELIGROSO PARA MUCHA MÁS GENTE SI NO VOY!- dije yo perdiendo la poca tranquilidad que me quedaba. Estar sin Atsar me afectaba muchísimo, sentía que tenía los nervios a flor de piel. Atsar era... mi vida. Me tranquilizaba si estaba nerviosa, estaba a mi lado siempre y jamás me abandonaría sin una buena razón. Sin él era como si estuviese un barco a punto de naufragar. Intentaba salvarme, pero me tambaleaba y acababa tropezando. Atsar era el que me ayudaba a mantenerme de pie. En ese momento no podía más.
-Vale... Os llevaré- dijo Ladum, no muy convencido empezando a andar.

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