domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 9- Sin antídoto

Me fui con lágrimas en los ojos. Los otros me persiguieron, pero necesitaba estar sola. No entendía lo que pasaba, a parte de que Atsar tenía razón. Yo había ido ahí esperando que al verme voviese, pero... ¿No era lo normal? Es decir, estábamos saliendo y no lograba entender que había pasado. Salí del castillo y fui hacia el jardín, al lado de un seto. Necesitaba pensar.


Estaba a punto de irme a por Luara, Lía y Ladum, que debían estar preocupados cuando escuché voces y me metí bajo el seto.
-Entonces... ¿Qué hizo señor?- dijo una voz desconocida.
-Les di de beber una pócima a la fuerza. Me costó, son unos enamorados- dijo Frolmo con desprecio-. Pero la pócima ya ha hecho efecto y no hay antídoto...- dijo mientras su voz iba bajando de intensidad.

Me quedé quieta aunque se hubiese ido. ¿No había remedio? Atsar se quedaría así... ¿para siempre? Se me cayó el mundo encima pero me levanté. La escena que vi era irreal.

Ladum estaba luchando con Frolmo espada a espada. Me quedé quieta mirándoles. Ladum luchaba muy bien, pero Frolmo tenía más experiencia. Luchaban rápidamente y con precisión. Era difícil seguirles, pero no imposible.

Entonces ocurrió. A Frolmo se le cayó la espada y Ladum aprovechó.
Se la clavó en el corazón.

Fue extraño. Ladum se quedó como si no hubiese querido hacer eso, Lía y Luara estaban detrás bastante confusas y yo... Yo quería bailar de alegría. Eso, y encontrar a Atsar.

El hombre que iba con Frolmo se dejó atrapar. Pero antes, dijo algo interesante:
-La muerte de Frolmo no significa que su ejército no quiera seguir con su misión- dijo dejándome sin palabras.
¿Eso significaba que Atsar seguiría igual?

sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 8- ¿Atsar?

-¿Qué? -dije yo al escuchar a Atsar.
-Me quedo.
No me creía lo que había oído, era Atsar, mi Atsar, el que me había ayudado y apoyado siempre y simplemente no podía ser que no quisiese volver conmigo. Que prefiriera quedarse ahí con Frolmo cuando yo había caminado durante días para encontrarle.
-¿Por qué?
-Porque estar contigo no es tan genial como tú crees. Aquí me divierto y me lo paso mejor de lo que me lo he pasado contigo durante estos meses. Además, no vas a ser reina. No me sirves para nada. Aquí... - dijo todo de carrerilla y suspiró- Aquí soy feliz.
-¿Eres feliz solo?- dije yo con un hilo de voz.
-Pero no estoy solo... Tengo amigos. El novio de la pequeña Lianila está aquí, Aliara. Y él también piensa que es mejor estar aquí.
-¿Qué hace este lugar tan genial? ¿Qué hace que prefieras estar aquí con unas personas que apenas conoces que en el pueblo conmigo? Dímelo, por favor. Quiero... Necesito saber la verdad. ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? Antes odiabas a Frolmo y a todos los que le seguian, y ahora...
-Ahora le sigo. ¿Curioso, verdad? Pues verás... Me di cuenta de que vivir a tu lado no era vivir. Así de sencillo.
-Pero, Atsar...
Lianila, que hasta el momento había estado callada detrás de mi me interrumpió:
-Déjalo Aliara... No se que le ha pasado, pero sea lo que sea le ha hecho cambiar- dijo con desprecio en su voz-. Le ha hecho ser un idiota integral.
-¿No has oído lo que he dicho, Lianila? Tu novio también es "un idiota integral".
Lianila bajó la cabeza, conteniendo las lágrimas, y dijo:
-Es un idiota integral al que quiero, Atsar. No se que os ha hecho cambiar, pero lo descubriré y me vengaré. Tú no me conoces enfadada.
Después de estas palabras, sonrió cruelmente.
-Nada nos ha hecho cambiar.
-Atsar, que tú- dije yo mirándole a los ojos- te hayas convertido en un idiota integral no significa que nosotras también. Entendemos las cosas, Atsar. Algo te ha hecho cambiar y vamos a solucionarlo.
-No se puede solucionar un problema inexistente. Yo soy feliz y vosotras tenéis el corazón roto. Todo está genial.
-Atsar, cierra el pico antes de que te de una patada en el estómago- dije yo respirando pausadamente.
Estaba afectada. Llegar y que me dijese que se quedaba... Pero me afectó más lo que dijo a continuación:
-Hazlo. Reconócelo, estás frustrada porque después del camino que has recorrido yo me quedo. Aliara, pequeña, eso es egoísmo. Yo tengo todo el derecho a quedarme aunque tú hayas decidido hacer de heroína y venir a salvarme.
Le pegué la patada en el estómago.
-Perdona, dejé de escucharte en el "hazlo"- mentí yo sonriendo cruelmente mientras él caía al suelo.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 7- Castillo

Las puertas del castillo resultaban aterradoras. Empecé a clavarme las uñas en la palma de la mano, como hacía siempre que estaba nerviosa. Intenté vaciar mi mente, pero siempre volvía la misma imagen a mi cabeza. Pero cuando miré hacia arriba no era una imaginación.
Atsar.
En una ventana, asomado estaba él. Me miró y yo me quedé mirándole. Apenas pasarían unos segundos, pero a mi me parecieron horas. Por fin. Por fin le tenía cerca, por fin podría salvarle y, sobretodo, por fin podía tenerle cerca. De repente desapareció, y me di cuenta de que Luara estaba hablándome.
-¿Qué?- dije yo girándome hacia ella. No habían visto a Atsar.
-Que qué miras.
-Nada, estaba mirando la fachada- mentí yo. Por si acaso.
Miré las puertas con nervios. ¿Como íbamos a atravesarlas sin que nos vieran? Esas puertas de rejas... De rejas...
-¡Que alguien me coja a caballito!- dije yo mirando la parte superior de la reja con una sonrisa.
Ladum me miró extrañado hasta que comprendió mi plan. Me cogió a caballito mientras yo subía a la reja horizontal de en medio. Subí hasta arriba con una sonrisa y bajé hasta el suelo de un salto, ganándome varias exclamaciones por parte de Luara llamándome loca. Miré la cerradura y abrí la puerta con una daga, un poquito, por si chirriaba. Pasaron Lía Luara y Ladum y yo volví a cerrar la puerta, por si acaso. Me guardé la daga y seguí caminando. Entré en el castillo y me dirigí directa a las escaleras. Los otros me siguieron, imaginando que sabría lo que hacía. Subí al último piso y me metí en una habitación que estaba abierta. Y, de espaldas, mirando la ventana estaba Atsar.
Miles de pensamientos pasaron por mi cabeza. Entre ellos que si era tan fácil entrar y salir, Atsar podría haber salido a la perfección. Pero esos pensamientos se desvanecieron cuando Atsar se giró.
-Oh, vaya has venido...- dijo sin ninguna emoción en su voz- Yo no me voy. Me quedo.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 6- Corte de pelo

Iba al lado de Ladum camino a quien sabe donde. Nuestra isla era muy grande y solo ocupábamos una pequeña parte, pero el resto de la isla estaba deshabitada. Intentaba mantener mi rostro seco, pero era difícil. Sacaba temas de conversción para no pensar en Atsar:
-Acabo de darme cuenta de que soy una marginada...
-¿Y eso?- dijo Lía.
-Soy la única aquí que tiene un nombre que no empieza por L.
-¡Es verdad!- dijo Luara riéndose.
Estuvimos un rato hablando de eso, pero no duramos mucho. No estábamos para risas. Iba andando tranquilamente, siguiendo unas huellas que había en el suelo. Había sol y sin embargo parecía de noche, al menos para mi. Tanta tranquilidad me tenía de los nervios. A el mínimo sonido saltaba. Los otros estaban hartos de mi, no me estaba quieta. Además tenía el pelo revuelto y enredado. Suspiré. No era nada útil ni cómodo. Cuando estábamos descansado cogí un puñal que llevaba Ladum y me corté mi larga melena. Suspiré y fui a mirarme al río. Me lo había dejado como rapado a maquinilla por detrás, muy corto, y con flequillo. Me tapé la nariz y, para quitarme los pelos, metí la cabeza en el agua y la saqué chorreando, empapada. Sacudí la cabeza un poco y me peiné con las manos, volviendo con mis compañeros de viaje, que me miraron extrañados. Luara se acercó y pasó los dedos por la parte de atrás de mi cabeza, como si no se lo creyera.
-Que sí, que me he cortado el pelo.
-¿Por qué?
-Molestaba.
Seguimos caminando siguiendo las huellas y parándonos a beber cada vez que veíamos un arroyo. En una de las paradas, Ladum se acercó a mi, me cogió del brazo y me alejó de Lía y Luara.
-Oye, Aliara...
-¿Qué pasa, Ladum?- dije yo mirándole fijamente. Él apartó la mirada, rojo.
-Querría decirte... Me gustas- dijo Ladum. Me quedé de piedra. No sabía que responderle, le quería mucho, pero... No era Atsar. Ladum era como mi hermano pequeño.
-Ladum... yo te quiero mucho, de verdad, pero como a un hermano. Es como si fueses el único familiar que me queda. No te enfades, por favor- dije yo, cortada.
-N-no, no pasa nada...-dijo él levantándose y yendo hacia el arroyo. Metió la cabeza de golpe y la sacó moviendo la cabeza con fuerza. Aparté la mirada y recordé a Atsar. Casi se me saltan las lágrimas. Le echaba de menos...

domingo, 21 de octubre de 2012

Capítulo 5- A punto de naufragar

Mi esperanza de que otro sitio no estuviera lleno de cadáveres no sirvió para nada. Las mujeres que quedaban habían recogido los cuerpos para darles sepultura. Me fijé un poco y vi que todas las chicas que quedábamos éramos adolescentes, de entre catorce y veinte años. Luego miré los cadáveres y entendí. Eran todo mujeres de mediana edad, ancianos y algunos hombres. Luara y Lía se pusieron a mi lado, impresionadas y yo... Yo seguía llorando. De repente, me acordé:
-Lía... ¿Dónde está Turios?
Una lágrima que parecía estar conteniendo desde hacía mucho rato resbaló por su mejilla.
-Oh, Lía...-dije yo abrazándole a la vez que Luara. Las lágrimas recorrían mis mejillas también. Luara parecía no saber muy bien que hacer para consolarnos. Yo puse una sonrisa triste al ver como nos abrazaba.
Mi corazón estaba triste, pero mi mente pedía venganza. Mi corazón pedía acurrucarse en mi cama a llorar, mi mente sabía que eso era imposible. Mi corazón y  mi mente estaban de acuerdo en una sola cosa: había que ir a salvar a Atsar. Luara, Lía y yo nos escabullimos como pudimos, sin que nadie nos viese para ir a por Turios y Atsar. Nadie nos vio, o al menos nadie nos siguió. Íbamos de camino al prado cuando alguien nos salió en medio del camino.
-¿Ladum?- dije yo, sorprendida y limpiándome las lágrimas antes de que me viese llorando.
-¿Princesa?- dijo Ladum consiguiendo que pusiese los ojos en blanco.
-¿Qué haces aquí?
-Conseguí que no me atraparan y perseguí a Frolmo. Se por donde han ido...- dijo Ladum poniendose rojo. Ese chico me desesperaba, en serio.
-Ladum, tienes que llevarnos- dije yo hablando lentamente y todo lo tranquila que pude.
-Pero pricesa, eso podría ser peligroso...
-¡SERÁ PELIGROSO PARA MUCHA MÁS GENTE SI NO VOY!- dije yo perdiendo la poca tranquilidad que me quedaba. Estar sin Atsar me afectaba muchísimo, sentía que tenía los nervios a flor de piel. Atsar era... mi vida. Me tranquilizaba si estaba nerviosa, estaba a mi lado siempre y jamás me abandonaría sin una buena razón. Sin él era como si estuviese un barco a punto de naufragar. Intentaba salvarme, pero me tambaleaba y acababa tropezando. Atsar era el que me ayudaba a mantenerme de pie. En ese momento no podía más.
-Vale... Os llevaré- dijo Ladum, no muy convencido empezando a andar.

jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 4- El regreso

-¡Ya! Ya vale Atsar, te sigo conociendo, me da igual que no me quieras, me da igual todo. Acaban de atacar mi reino, mi casa. ¡Y tú sigues actuando como si no me conocieras, como si no hubiese pasado nada entre nosotros, como si no hubiesemos estado casi seis meses juntos! Me da igual que no me quieras, que no te importe, pero no me da igual que me trates tan fríamente, como si jamás nos hubiesemos conocido- dije yo con lágrimas en los ojos.
-¿Como no voy a quererte?- dijo Atsar limpiandome las lágrimas con el dorso de la mano y acariciándome la mejilla al mismo tiempo- Si eres perfecta... Eres mi pequeña Aliara y jamás dejarás de serlo. Te adoro y siempre lo haré. Puedes gobernar un reino medio en ruinas tú sola. ¿Te das cuenta de lo impresionante que eres? -intenté pararle, pero siguió- No te subestimes, eres genial, única y perfecta, amiga mía. Te dejé porque... porque ibas a ser una reina, y yo soy un plebeyo cualquiera. ¿Como quieres que salga con alguien tan...?- dijo. Le paré poniéndole el dedo índice en los labios. Me miró. Respiré hondo y le dije:
-Tú no eres cualquier plebeyo. Eres mi adorable Atsar  y yo tampoco voy a dejar que vuelvas a subestimarte, ...- dije yo acercándome a Atsar. Le besé separando los dedos y pasándolos por su pelo. Él me cogía la otra mano y la otra la posó en mi espalda. Oímos un ruido y nos separamos rápidamente. Vi a Frolmo y su ejército llegar. Antes de darme cuenta, estaba tumbada en el suelo, con el brazo en una extraña posición y Atsar estaba en el caballo de uno de los soldados de Frolmo, maniatado. Frolmo bajó del caballo y me dijo:
-Volvemos a vernos pequeña... Yo me voy pero volveré a por ti...-dijo de una manera cruel. Me pisó el brazo y solté un chillido. Volvió a subir al caballo y se fue, llevándose a su ejército. Lloraba, pero aun no se si era porque se llevó a Atsar o por el dolor del brazo roto. Me levanté sujetándome el brazo. Me arranqué las dos mangas del vestido, las até y me las pusé al rededor del cuello. Pasé el brazo por ahí y empecé a andar. Llegué al pueblo con lágrimas en los ojos. A saber donde estaba Frolmo. Todo había ardido. Luara me miró y me abrazó. Pegué un chillido de dolor. Se separó de mi y me miró el brazo. No podía concentrarme en nada y la gente hablaba. Miré a mi al rededor. Me fijé. Solo había mujeres y niños. No había ningún cadáver. La madre de Atsar me miró y pegó un chillido. Apenas pudo articular una palabra.
-¿A-atsar?
Negué con la cabeza. Comprendió. Se abalanzo sobre mi y me abrazó llorando. Le abracé yo también. Mi cabeza daba vueltas.
La mayoría de la gente lloraba. Me obligué a mi misma a enderezarme. Habría unas cincuenta personas en total. Me dije que no habrían secuestrado solo a los hombres, que otra parte no estaría llena de cadáveres...

domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo 3- Coronación

Me levanté nerviosa. Corriendo fui al baño y me duché en tres segundos. Me envolví en la toalla y miré el espejo sorprendida. ¡Por fin! Mi pelo era completamente negro. Me ricé el pelo y hice dos bucles cuidadósamente enrollados a ambos lados de mi cabeza. Salí de mi habitación y cogí mi vestido y me lo puse con cuidado. Era azul claro con detalles plateados. Tenía demasiados vestidos así, pero este era diferente. Me trajo un montón de recuerdos de mi primera cita con Atsar después de la guerra. No tenía mangas ni tirantes. El vestido era azul con una tela semitransparente plateada encima de la falda, que era larga. La parte de arriba tenía como lluvia plateada. Me puse unos zapatos con algo de tacón por ser una ocasión especial. Eran plateados. Me los puse sonriente. Me entró una sensación extraña... Como si algo fuese a salir mal. Intenté ignorarla y me senté en la cama. Llamaron a la puerta.
-¡Adelante!-dije yo levantándome.
-Señorita Aliara, ¿se ha levantado...?-dijo Atsar sin llegar a acabar. Me miró sorprendido.
-Sí, me he levantado.
-Quizá debería pensar en ponerse un vestido nuevo.
-Creía que podía ponerme lo que quisiera.
-Poder puede, pero eso...
-Pues eso. Me pongo lo que quiero.
Atsar suspiró pero me pareció ver que se reía. Sonreí y me miré en el espejo. Vi un lazo de la espalda del vestido que colgaba. Mientras luchaba para atarlo Atsar se acercó y me lo ató. Me giré y le miré a los ojos. Nos fuimos acercando poco a poco pero de repente se apartó. Carraspeó:
-Bueno, mejor me voy. Luego le escoltaré hasta el sitio donde será la coronación, señorita Aliara.
Se giró y se fue. Puse una sonrisita maliciosa.
-Atsar...
-¿Pasa algo, señorita Aliara?
Me acerqué y le dije:
-Con tacones te alcanzo...
Se rió. Rápidamente se tapó la boca con la mano y se fue. Me reí. Lo sabía. Salí de mi habitación y fui a ver a Luara, que seguía durmiendo. Se levantó corriendo y se duchó mientras yo me reía a carcajadas en mi habitación. Tenía que ordenarlo todo. Me encontré la pinza para el pelo que me había regalado Atsar. Sonriendo, me hice una trenza por detrás que sujeté con la pinza. Me puse también unos pendientes. Luara entró en mi habitación corriendo, me puso pintalabios rosa y se fue. Me quedé sorprendida, pensando: ''¿Bien?''. Me miré en el espejo. Me pareció que faltaba algo. Me di una palmada en la frente. ¡El colgante que me había regalado mi padre! Me lo puse y me pareció que estaba perfecta. Llamaron. Era Luara, ya lista. Llevaba un vestido verde muy oscuro, con tirantes y largo. Se había alisado el pelo y se había puesto el mismo pintalabios que yo. Ella me miró. Me cogió la mano y me hizo dar una vuelta. Me reí.
-Estás guapísima-dijo Luara sonriente.
-¿Yo? ¿Tú te has visto?
-No, no tengo espejo en mi habitación y me daba pereza ir hasta el baño- dijo yendo al espejo de mi habitación y mirándose-. Sí, estás más guapa tú.
Me reí. Llamaron a la puerta. Era Atsar.
-Señorita Aliara, es hora de irse.
-De acuerdo, señor Atsar-dije yo con una sonrisa mientras Luara soltaba una carcajada. Atsar frunció el ceño y dejó la puerta abierta para que pasase. Luara y yo salimos. La coronación era en las afueras del pueblo. Llegamos al lugar escoltadas por Atsar. Había un escenario. Subí nerviosa. La gente empezó a murmurar en cuanto subí. En cuanto subió el hombre que me coronaría la gente se calló. Pronuncié una especie de juramento. Cogió la corona y fue acercándola a mi cabeza. Cuando estaba apunto de ponérmela el suelo tembló y al hombre se le cayó la corona. Un hombre la cogió del suelo donde rodaba y se la puso. Frolmo. Me quedé petrificada. A mi al rededor la gente huía. Reaccioné y eché a correr. Me caí. Atsar me cogió de la muñeca, me levantó y me llevó tras él. Sin dejar de correr me quité los zapatos. Aceleramos. Cuando yo veía que no podía más por fin paramos. Estábamos en el prado.
-Perdone que le haya cogido así, pero es que soy eu guardaespaldas...
Lo de Frolmo ya me había puesto de mala leche, pero eso fue la gota que colmó el vaso.